Las fotografías no hablan, pero nos hacen hablar sobre ellas. Lo que era silencio toma entonces aspecto de elocuencia, pero no acabamos de identificar las voces, tal vez las nuestras o tal vez un rumor de fondo, un eco de algo ya oído, una voz en off. En este ensayo nos mueve la magia de las imágenes fotográficas. Las sospechas sobre sus trucos nos hacen deambular por algunos relatos particulares que se han articulado sobre ella: la magia de la presencia-ausencia de una persona amada (Barthes), la magia que convierte en arte un urinario (Stieglitz y Duchamp), la magia de quien era mago sin saberlo (Viéitez) o la magia de las fábulas cómplices (Fontcuberta). Ni podemos ni pretendemos explicar esa capacidad mágica que, a pesar de todos los relatos (o gracias a ellos), aún parecen tener las fotografías. Compartir la perplejidad que todavía nos producen será suficiente y valioso.