En verso y prosa poética, Pablo Neruda evoca con amor y ternura su hogar en Isla Negra. Las piedras, la arena, el ancla, los mascarones de proa, el pueblo, los nombres de poetas muertos escritos en las vigas del techo y, sobre todo, el mar le acompañaron cada día en su casa isla-navío. Esta obra es un homenaje del autor a su país, Chile, a la vivienda donde residió gran parte de su vida y a su escenario poético por excelencia, el mar.