Seda salvaje cuenta la historia de una obsesión: la que el narrador y protagonista de este relato siente hacia la vida de las demás personas. Vidas y personas que el personaje imagina repletas de inalcanzables secretos, conspiraciones, traumas, todo aquello que contribuye a crear lo que él, en un momento determinado, denomina «la música del prójimo».
Esta «música del prójimo» no es más que la vida íntima de los otros, la cara oculta tras la fachada, fascinado por la cual el personaje central se adentrará más y más en terreno peligroso. Con la ayuda de un detective privado somete a vigilancia a su novia Fátima, con quien está a punto de contraer matrimonio, y a partir de ahí comenzará a descubrir cosas raras, unas veces reales y otras fantaseadas por él; se suceden así los malentendidos, la marcha nupcial se complica, se perfila un extrarradio a lo lejos, la tarta se tambalea.
Narrada con una prosa envolvente que oscila entre el tono irónico y la tragedia, la novela presta especial atención a una serie de personajes secundarios de efímera aparición, con sus existencias anónimas, insignificantes y prodigiosas. En el fondo, Seda salvaje es una historia de fantasmas que trata de demostrar que los fantasmas existen: son los que nos rodean.