En este libro se abordan las relaciones entre Roma y los latinos hasta la incorporación del Lacio al dominio romano en el 338 a.C. Tras ocuparse de las características generales del pueblo latino, y las relaciones romano-latinas en su evolución histórica, se analiza la estructura federal latina. La actitud de Roma giró desde la hegemonía a una creciente agresividad, mientras que los latinos fueron incapaces de hacer frente al problema. Organizados en una liga, los lazos entre sus miembros eran muy laxos, su organización excesivamente simple y carecían de instrumentos eficaces y sobre todo de una potencia hegemónica, función que paradójicamente cumplía Roma, situada al margen de la liga, razón por la que estaban condenados a la sumisión.