Con descripciones deliberadamente vagas y vívidas, el narrador describe un festival de mediados de verano en la ciudad utópica de Omelas, cuya prosperidad depende de la miseria perpetua de un chico. Quienes se marchan de Omelas fue nominado al Premio Locus al mejor relato corto en 1974 y ganó el Premio Hugo al mejor relato corto en el mismo año.