Elena se puso de parto sabiendo que no oiría a su bebé llorar. Nacimiento y muerte se dieron la mano ese día. Un no cumpleaños, como recuerda Elena en estas postales. Acudió a los libros en búsqueda de testimonios similares y no los encontró, motivo que la empujó a escribir este texto, para arropar a las familias que tuvieran la desdicha de vivir su experiencia.«Las postales de Elena a Inés nos traen toda la belleza y todo el amor que pueden caber en el duelo perinatal. Es importante porque se suele pensar que ahí, en la muerte de un bebé antes de nacer, solo cabe la tristeza, pero no. Estas cartas confirman que la relación entre madres y bebés que se inicia en el útero nunca termina y es tan compleja como profunda. Tan escuetas como bonitas, estas postales tienen el raro don de ser perfectas.» Ibone Olza.