Frente a quienes no son capaces de ver en la historia de la filosofía otra cosa que una serie de opiniones -que otros, menos benévolos, llaman necedad o extravíos-, Hegel levanta su propia concepción de ella como la historia de la búsqueda del pensamiento por el pensamiento mismo. Frente a quienes sostienen la vanidad del conocimiento filosófico, Hegel afirma que todas las filosofías son momentos necesarios en el desenvolvimiento del Espíritu. Crea así la primera historia de la filosofía que no se limita a exponer el aspecto externo, las vicisitudes de los filósofos y de sus filosofías, sino que hace ver cómo su contenido forma parte de la filosofía, en la filosofía misma. Este primer tomo contiene, a más de la exposición de su peculiar concepto de la historia de la filosofía, el principio de su aplicación a ésta. Así, después de una ligera ojeada a la filosofía oriental entra a la exposición de la griega, que deja en Anaxágoras, para proseguir con ella en el segundo volumen.