A los 45 años, en su lecho de muerte, Iván Ilich rememora su infancia, su ascenso en la administración de justicia rusa, su matrimonio con una mujer de buena familia y sus relaciones con sus hijosy amigos. El sufrimiento físico y espiritual de Iván Ilich en presencia de la muerte refleja la crisis que el autor vivió en su madurez y constituye una de las reflexiones sobre el sentido de la vida más profundas de la literatura universal.