Segunda y última novela de Anne Brontë, une al bello relato de un amor prohibido e invernal el retrato intensísimo del fracaso de un matrimonio degradado por el abuso y la violencia, descrito «con una predilección morbosa por lo grosero, cuando no brutal» que escandalizó y repugnó a sus contemporáneos. Todavía hoy la dureza, audacia y auténtico rigor de esta novela siguen siendo igual de sorprendentes y desafiantes.