El relato es asunto de hermenéutica, de salto en salto, de interpretación en interpretación; y por lo tanto, el sentido está siempre desplazándose, es inalcanzable, permanece siempre allí, a la espera. Siguiendo las increíbles mutaciones del rabino Jacobo Pliniak, de los pogroms rusos a Nueva York, por Jacobo el mutante se cuela el universo de la literatura centroeuropea de principios del siglo XX, el mesianismo judío revolucionario, la Cábala y algo del Orlando, de Virginia Woolf. Jacobo el mutante puede leerse no solo como la reescritura de la novela de Joseph Roth, sino como una magistral vuelta de tuerca en la propia obra de Bellatin. Una reflexión sobre la identidad en estos tiempos cambiantes.