Estados Unidos como potencia económica es objeto de deseo mundial. Tanto entre las elites, que lo ven como lo más cercano a la utopía del libre mercado, la competencia y la privatización, como entre los más pobres, embebidos por un incesante imperialismo cultural que les graba a fuego el American Dream de la tierra de las oportunidades. Sin embargo, la realidad difiere bastante de la imagen que Washington proyecta ante el mundo, especialmente en el caso de la clase media y trabajadora, encadenada a producir beneficios sin descanso en un contexto de práctica ausencia de Estado del bienestar. Porque Estados Unidos es el país con más habitantes encarcelados del planeta, el país con más armas per cápita de todo el mundo, tiene la esperanza de vida es similar a naciones latinoamericanas en desarrollo, compite en los primeros puestos de desigualdad. ¿Alguien da más?