La labor de la poesía puede ser dar forma a esos espacios, a esosrincones indeterminados del alma que permanecen sin nombre hasta quealguien los señala. Luis Miguel Sanmartín nos pone frente al temaverdaderamente filosófico según Camus. Nos lleva de la mano de unhombre que se diluye, que desaparece lentamente hasta la bruscaconclusión. Conclusión que no responde, que sólo cierra, que nosenfrenta a preguntas que se intentan eludir con ruido, con impuestodesinterés o con apasionadas resoluciones metafísicas. En este caminonos encontramos con ese bosque dantesco, con ese huerto baldío, conlas preguntas que no se deben plantear, quizás para no encontrarnoscon que todos podemos ser el aniquilador, para no descubrir que todoslos tiempos, siempre, pueden ser ese tiempo del suicida.
DelPrólogo de JORGE PÉREZ CEBRIÁN.