Mucho se ha escrito e investigado en los últimos años sobre la vanguardia española e hispanoamericana y sobre el Ultraísmo en particular. Y en ese contexto Rafael Cansinos Assens, poco a poco, va emergiendo con papel protagonista en la historiografía del periodo. Si bien fueron sus contemporáneos los que se ocuparon de minimizar y ocultar su labor como animador de las vanguardias literarias y del movimiento ultraísta, luego Cansinos instigó activamente ese apartamiento con el cultivo de su propio olvido y de su fracaso, del que hacía gala y que calificó de "divino", y con su completa incapacidad y falta de interés para la autopromoción. Hoy, el irónico padre del Ultraísmo, reaparece como figura imprescindible para entender la transición del modernismo a la vanguardia, y El movimiento V. P. como ya intuía Juan Manuel Bonet en el prólogo que realizó a la obra en 1978, empieza a considerarse como el primer ejemplo nítido de novela de vanguardia del siglo XX español. Paradójicamente la crítica, que no da valor al efímero Ultraísmo, sí ha rescatado esta novela que nos narra la delirante historia del Ultra y lo hace, además, desde ese genero tan difícil que es el humorismo, y apoyándose, para mayor pirueta, en hechos y personajes reales: por sus páginas en clave encontramos al Poeta de los Mil Años (Cansinos), al Poeta Bendito y Maldito (Eliodoro Puche) y su inseparable compañero el Poeta Bohemio y Burgués (Prieto y Romero), apariciones espectaculares de Renato (Huidobro) o de Sofinka Modernuska (Sonia Delaunay), la exaltación del dinámico e instersticial Poeta Más Joven (Guillermo de Torre), el Poeta del Sur (Isaac del Vando Villar), los jovenes poetas viejos (Ramón y sus pombianos), Senectus Modernissimus (Valle Inclán), y un largo etcétera de todos los que giraron, por un motivo u otro, entorno al Ultra, conformando uno de los textos más singulares y cautivadores de nuestras vanguardias, y ello pese a haber sido escrito por alguien que ya por aquel entonces descreía de todo aquello.