Algo hace pensar que esta maravillosa novela, como la criatura Frankenstein, no tuvo infancia, pero también que, como el vampiro, está fuera del tiempo... En el verano de 1816, Lord Byron, John Polidori, Percy Bysshe Shelley y su esposa Mary Shelley coincidieron en la magnífica Villa Diodati, situada junto al Lago Leman. Las inclemencias del clima, provocadas por la catastrófica erupción volcánica de Tambora, en Indonesia, que cubrió el cielo de nubes de ceniza y de azufre, les impidieron abandonar la villa durante tres días, que fueron como una larga y tenebrosa noche. En este ambiente cargado de misterio y nerviosismo, entre relámpagos, terribles ráfagas de viento y los relatos del Phantasmagoriana leídos en voz alta bajo los fulgores fantásticos del fuego de la chimenea, se gestaron dos de los grandes mitos de la novela gótica: Frankenstein y el vampiro. Esta historia ha sido para muchos autores motivo de búsquedas obsesivas y rebuscadas interpretaciones. En esta novela, William Ospina nos seduce con sus palabras y nos introduce en el mundo fantástico de esta inagotable historia para reflexionar sobre la coexistencia de lo sublime y lo monstruoso, lo siniestro como límite de lo bello y la necesidad del hombre de reinventarse en los mitos para darle sentido a la existencia. El autor explica:
«Me sorprendió que la erupción de un volcán a mediados de 1815, en Indonesia, hubiera sido una de las causas eficientes del nacimiento en Occidente de la moderna leyenda del vampiro y de la pesadilla del ser viviente hecho con fragmentos de cadáveres. Sentí el extraño agrado de ver cómo se unían en una sola historia, que yo presentía vagamente, las vidas de Byron y Shelley con la catástrofe de una erupción volcánica en los mares del sur, con un tsunami en las costas de Bali, con esa nube de azufre y ceniza y cristales volcánicos que ennegreció el cielo de la península de Indochina y que los monzones se fueron llevando hacia el norte, desatando el cólera en la India y ahogando muchedumbres en las inundaciones del Yangtsé y del río Amarillo. Aquella historia unía cosas extremas, abarcaba medio mundo, conjugaba fenómenos geológicos y meteorológicos con hechos históricos, personajes literarios y criaturas fantásticas.» Reseñas:
«El año del verano que nunca llegó es una de las novelas más audaces, fascinantes y memorables del año. [...] Como si de un detective se tratara, Ospina se convierte a sí mismo en una especie de Sherlock Holmes. [...] El resultado es sencillamente memorable en su complejatransparencia.»
Tino Pertierra, Diario de Mallorca «Convertida en una obsesión, el narrador utiliza esta ansiedad por saber para reconstruir escenarios y hechos con el detalle de un investigador y la melancolía de un romántico.»
Ana Punset, Diari de Tarragona