Edificio España es el retrato y la denuncia de una desigualdad creciente en nuestro país. La brecha entre ricos y pobres se ensancha y ha desbordado ya la economía para extenderse al mundo de la política cuyo resultado es una polarización extrema y al de la propia democracia, con el nacimiento de un «precariado político» de clases bajas que se descuelgan del sistema y dejan de votar y de tener importancia.
Esa desigualdad se retroalimenta y está averiando los tradicionales ascensores sociales: los impuestos dejan de gravar más a los que más tienen y la educación y las pensiones dejan de garantizar el ascenso o la protección social. El resultado es un edificio en el que los más ricos ganan más y los más pobres cada vez tienen menos, diferencias que se van enraizando en nuestra comunidad, de manera que quienes nacen pobres no pueden ascender y quienes nacen ricos nunca dejan de serlo.
La desigualdad es también empresarial y afecta incluso a la libertad de expresión, donde las líneas editoriales comienzan a servir a las grandes fortunas en lugar de a los grandes públicos.
Este es el estado actual de nuestro Edificio España. Hacen falta reformas urgentes para evitar que se derrumbe.