«Maslowska no perdona a nadie. En sus textos no hay buenos, todos se llevan, como diríamos hoy, un buen zasca. Esta perspectiva dificulta mucho la representación teatral, porque el teatro tiende a buscar el bien, a moralizar, a señalar a los villanos por ser villanos. Pero no se trata de eso. Todos somos culpables, todos hemos transgredido las normas de la decencia. Todos tenemos las manos manchadas de sangre de la humanidad, que se ha convertido en una manada de bestias. Tampoco se trata del poshumanismo, sino de la pérdida de los sentimientos nobles. Las obras de Masłowska son divertidas, pero al ver lo que esconden, se nos ponen los pelos de punta». Piotr Gruszczyński