Al poco tiempo de llegar a Barcelona, Laureano Debat fue a visitar un piso del barrio de lEixample con la intención de alquilar una habitación. Las mujeres que se la enseñaron, una madre y su hija, le parecieron muy agradables y la habitación era amplia y luminosa. Y hasta le hizo gracia que el balcón diera al patio de un convento de monjas. No tardó muchos días en darse cuenta de que Jimena y Sonia, sus cálidas anfitrionas, trabajaban como prostitutas en la casa. Así fue el inicio de una relación de amistad y convivencia que duró nueve meses y en la que el autor, casi sin pretenderlo, fue accediendo a la cotidianidad y a los secretos de un camerino de escorts en un piso privado.
Más de diez años después y tras un arduo proceso de escritura, en el que el autor dialoga con su memoria y con la bitácora de sus cuadernos de notas, llega esta novela de interiores que indaga en la vida de dos mujeres de la alta sociedad chilena que acabaron como prostitutas en Barcelona y narra lo que no se ve tras los escenarios del sexo de pago.
Aunque ubicada en el marco de una amplia tradición sobre este tema (la novela francesa del siglo XIX, la novela latinoamericana del siglo XX, el ensayo feminista del siglo XXI, la música, el cine, las series de TV
), la perspectiva que ofrece Casa de nadie es muy singular: la historia de una madre y una hija migrantes, las dos juntas, ejerciendo la prostitución en el mismo espacio y tiempo.